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100 Obras Maestras De La Musica: Descubre Las Mejores Composiciones De Todos Los Tiempos



* Desvele los secretos de algunas de las obras de arte más famosas jamás creadas y descubra las fascinantes motivaciones y significados que hay detrás de estas 100 obras maestras del arte.* Por qué pintó Miguel Ángel la Capilla Sixtina o Rembrandt se obsesionó con representar supropia imagen? Cuál es el secreto del Ejército de Terracota o el de las instalaciones lumínicasde Yayoi Kusama?* Un libro que responde con claridad y de forma satisfactoria a 100 fascinantes preguntas. Si alguna vez ha contemplado una obra de arte con asombro, pero se ha preguntado qué significa, aquí encontrará la respuesta.El arte, entre muchas otras cosas, puede ser molesto, irritante, edificante, nostálgico, emocionante y divertido. Sobre todo, suele resultar fascinante, cautivador e incluso reconfortante. El mundo sería un lugar más triste si no existiera. Las razones que se esconden detrás de lo que vemos después de que un artista haya consumado una obra de arte y la haya mostrado al mundo a menudo resultan fascinantes y cautivadoras.Cada obra de arte se crea por una razón, y la interpretación de cada artista es individual. Incluso las historias tradicionales están representadas de muy distintas maneras por artistas de diferentes épocas y nacionalidades. Además de que las técnicas suelen adaptarse y personalizarse, se crean nuevos métodos e ideas. El por qué un artista crea una obra de arte de una manera determinada es siempre una fascinante combinación de su contexto, experiencia, situación, momento histórico, influencia y entorno.




100 Obras Maestras De La Musica



Por qué pintó Miguel Ángel la Capilla Sixtina o Rembrandt se obsesionó con representar su propia imagen? Cuál es el secreto del Ejército de Terracota o el de las instalaciones lumínicas de Yayoi Kusama? Desvele los secretos y descubra las fascinantes motivaciones y significados que hay detrás de estas 100 obras maestras del arte. Un libro que responde con claridad y de forma satisfactoria a 100 fascinantes preguntas. Si alguna vez ha contemplado una obra de arte con asombro y se ha preguntado qué significa, aquí encontrará la respuesta.


Creo que para los que nos gusta la música clásica este libro es un hallazgo y, al mismo tiempo podría resultar una causa de discusiones larguísimas, porque allí donde hay alguien que se atreva a hacer una selección de las 100 mejores cosas de cualquier tipo -libros, ciudades, pinturas, comidas- siempre se a encontrar con alguien que le ponga pegas. Entre tantas obras maestras de la música quedarse con 100 siempre es un riesgo. Por eso le agradecemos a erudito Comellas el atrevimiento, porque no solo hay una selección, sino que hay un comentario histórico y técnico de cada una de estas obras, por lo que los que nos somos especialmente expertos estamos encantados de tener alguna pista de por qué y cómo.


Al espectador que no conozca la obra de Bonevardi, le llamara la atención que haya dejado de lado el piano de la pintura tradicional y trabaje en composiciones que aúnan la imagen pintada y el relieve escultural. El rigor de la estructura, la relación con la arquitectura establecida por la doble vertiente de la construcción de la obra y por las alusiones, los recursos de composición fundados en la sección aurea, nos aproximan en apariencia, a un mundo de orden. Sin embargo, iluminados por increíbles azules lapislázuli, marrones rojizos y el fulgor de los blancos, nuevos pianos secretos van revelándose. La tela de lino grueso, sobre la cual la pintura adhiere de manera especial, los fragmentos ensamblados, las armazones de madera que determinan nichos o zonas rehundidas donde se depositan esferas, pirámides u otros elementos manufacturados meticulosamente por Bonevardi, nos van llevando insensiblemente a un mundo imaginario. Mundo donde el artista ha emplazado su simbología personal, su asombro frente al infinito, sus incursiones a la historia para espigar miedos y expectativas que acompañan al hombre desde siempre. La carga mágica de estas obras parece venir de muy lejos en el tiempo. Por eso Dore Ashton escribe que estas superficies esculturales colgadas de la pared se traducen más bien como excavaciones. Es como penetrar en una ruina antigua, encontrar pedazos quebrados de antiguos ídolos, símbolos de algún ritual desaparecido63. Su imagen sugiere un extraño enlace con lo primitivo y con lo esotérico, con el talismán o la máscara pero se vincula con no menos fuerza con subterráneas corrientes de nuestro inconsciente y con esa íntima, personal, sensible e intransferible experiencia de las cosas que cada uno posee. Para ello enriquece sus obras con arcos, molduras y cenefas decorativas, proyecta sombras que vuelven equívoca nuestra percepción del espacio, hace cambios abruptos de perspectiva, utiliza planos diagonales y escorzos inesperados. El mundo de Bonevardi tiene muchos puntos de tangencia con el de Borges. En ambos, la preocupación metafísica planea sobre la obra y oculta su penetrante inteligencia detrás de los prodigios del laberinto. Retiene, como De Chirico, el aliento frente a lo incognoscible pero no lo vuelve amenazante, sino transparente y lírico a través de un difícil equilibrio entre lo racional y lo sensible. Bonevardi residió desde 1959 en Estados Unidos hasta poco tiempo antes de su muerte en Córdoba.


Al poco tiempo, Beethoven se enteró de la existencia del nuevo artilugio y puso el grito en el cielo. Reclamó que para la nueva música del Romanticismo, libre y sin ataduras el aparato era una aberración. Sin embargo, fue uno de los primeros en utilizarlo, y en publicar obras con indicación metronómica.


Ni Winkel, ni Maelzel, ni Beethoven imaginaron que ciento cincuenta años después, un compositor iba a utilizar el aparato como instrumento musical. Aunque no faltaban antecedentes: Ravel, por ejemplo, había utilizado tres metrónomos a diferentes velocidades, al inicio de su ópera La Hora Española. Pero usarlo como único instrumento encargado de la obra completa fue idea del compositor húngaro György Ligeti, quien en 1963 estrenó ante un público atónito la obra compuesta el año anterior, Poema Sinfónico para 100 metrónomos, 10 intérpretes, y la dirección del autor.


En la música negra la revolución fue permanente con obras mayúsculas y arriesgadas a cargo de Marvin Gaye o Stevie Wonder o revisiones clásicas como el Amazing Grace de Aretha Franklin. En los setenta florecieron cantautoras poderosas como Carole King, que irrumpió como un terremoto, o Joni Mitchell.


Su magia se transmite desde la primera nota hasta la última y por el camino uno se purifica. En sus letras hay un mensaje de paz, de amor, pero impacta más la forma en la que canta Aretha, conectando con su infancia, con su primera escuela musical.


Pocos músicos han tenido una racha tan maravillosa como la del David Bowie de comienzos de los años 70 cuando enlazó obras maestras, personajes inventados y apuestas sonoras de primera. Tras el eterno Hunky Dory y antes del espléndido Aladdin Sane, Bowie creó a Ziggy Stardust y publicó su obra maestra, un disco que nunca envejece y que siempre resulta adictivo y eso que solo era una de las múltiples caras de aquel Bowie que al borde de la locura y de la muerte sacó algunos de los mejores discos de la década.


Esta semana dedicamos el Sofá Sonoro a recordar 'Blue', la cima musical de Joni Mitchell. Un disco marcado por sus miedos, las dudas y una ruptura sentimental en la distancia. Un programa que compartimos con Fernando Neira y que acompañamos de los reportajes de Lucía Taboada y de Sheila Blanco. Más programas y otros contenidos en Sofasonoro.com


The Clash consiguió en su tercera entrega aunar un sonido revolucionario con ideas revolucionarias en un disco doble que es un microcosmos. En sus 19 canciones hay rock, ska, reggae, punk y una buena dosis de pop. Todo ello para vestir canciones que hablan de la guerra civil española, de la derrota, del consumismo y de la vida. El mundo entero cabe en este álbum doble de portada eterna que es una de las obras maestras de la historia de la música.


Hay bandas que están asociadas de un modo especial a un local, bares que cambiaron escenas musicales. El CBGB de Nueva York es uno de ellos. Un local que programaba country, blues y bluegrass y que de la noche a la mañana se convirtió en el santuario del nuevo rock y del punk de los años setenta. Todo ello fue gracias a Television, que se ofreció a tocar en aquel antro del bajo Manhattan cambiando el rumbo de la escena neoyorquina. 2ff7e9595c


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